(EXTRACTO DEL LIBRO –TODOS CONTRA LA VERDAD_
¡Qué difícil
tarea me he impuesto para escribir sobre este tema! No sé si al lector le
causará tanto estremecimiento este capítulo como a mí leer el Tomo VI del
Informe Final. No sé si seré capaz de trasmitir el estremecimiento que causa
saber cómo peruanos torturaron a otros peruanos sin ningún sentimiento por el
prójimo, por el paisano, por el ser humano. Lo hicieron sin piedad, sin remordimiento
y lo peor, sin razón. No hay ningún motivo por alto que sea, patria, religión,
fines políticos, que haga a un hombre torturar con sadismo a un ser indefenso.
¿Fue a base de torturas con las que Sendero Luminoso quiso librarnos del
capitalismo? ¿Fue a base de torturas con las que las Fuerzas Armadas quisieron
defender la patria? Pues sí: para lograr sus objetivos las torturas y las
violaciones fueron práctica común de quienes
participaron en el “conflicto armado”.
Es más, las torturas y las violaciones no fueron excesos de algunos
elementos de esas organizaciones sino que fueron ordenadas y dirigidas por sus
jefes.
Demos una mirada
a lo que sucedió, pero tengan en cuenta que por más dura que sea esta lectura,
es importante que se sepa para que no
vuelvan a repetirse.
Los torturados
Como era de
esperar el perfil de los torturados es igual al de los asesinados y
desaparecidos: campesinos indígenas, pobres y quechua-hablantes en su mayoría.
La CVR recogió 6,443 testimonios, lo que nos hace estimar que el número real
pasaba de los 20 mil considerando que muchas víctimas no se atrevieron a
denunciar, como hemos visto en el capítulo sobre la estimación de asesinatos.
El 75% de las víctimas fueron torturadas por agentes
del Estado, el 23% por Sendero Luminoso y los restantes por MRTA y otros. No
debe sorprender que las fuerzas del Estado torturaran más que Sendero a pesar
de que asesinaran menos que Sendero. Los senderistas estaban en constante
movimiento y preferían no tomar prisioneros: los mataban. En líneas generales
las fuerzas del Estado torturaban para conseguir información o autoinculpación,
mientras que las torturas de sendero, según el IF, “preceden al asesinato, constituyen una forma de castigo ejemplarizador
antes que un intento de extraer alguna confesión”.
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