La historia viene a cuento del nombramiento de Fernando de Szyszlo como presidente de la Comisión del Lugar de la Memoria, (que debería llamarse museo) Nuestro desconcierto no es porque Szyszlo sea pintor, tampoco es por su edad o estado de salud, es porque esta comisión debería ser presidida por alguien que tenga experiencia en la lucha por el respeto a los derechos humanos y haya estado o esté próximo a las víctimas que todavía claman justicia y esperan que Alan García por lo menos ofrezca disculpas por los crímenes cometidos por algunos miembros de las fuerzas del Estado.
El asunto principal del museo (me niego a llamarlo lugar) no es el continente, el edificio, sino su contenido, lo que se exhibirá adentro. Y si esto no se entiende no se entiende nada. Quizá Szyszlo, que toda su vida se ha codeado con gente pudiente, podría contribuir a una estética aceptable del edificio, su hijo es arquitecto, pero para decidir sobre el contenido de lo que no debe volver a repetirse: asesinatos, fosas comunes, torturas, desapariciones y desplazamientos forzados, dolor perenne de víctimas, sean estos serranos quechua-hablantes o soldados y policías inmolados en servicio de la patria, para eso se necesita tener otros conocimientos y vivencias.
Todos sabemos que de lo que se trata es de salir del paso a la espera que el próximo gobierno cargue con el bulto. Esperemos que Szyszlo se de cuenta de que lo que tiene que hacer es ¡no hacer nada!, y más que eso: ¡no dejar que se haga nada!.
Ojalá que los meses pasen pronto y que en mayo próximo el nuevo presidente nombre a alguien como Salomón Lerner Febres, o Carlos Ivan Degregori. Claro que si sale elegida Keiko Fujimori nombrará a Rafael Rey o a Aldo Mariátegui.
Es muy temprano para darse por vencido. Mantengámonos alertas y luchemos por una reconciliación nacional basada en la verdad y la justicia.
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