Rumbo a la violencia.
¡No aguanto más! Tengo que decirlo de una vez:
unos y otros están llevando al Perú a un despeñadero mientras lo anestesian hablando
de fútbol y comida. Para más vergüenza ni ganamos en fútbol ni todos los
peruanos comen. Además de los anestesiados hay una gran parte de la población que,
para sobrevivir, no puede pensar en otra cosa que no sea trabajar mucho por un
mísero salario. Los pobres del Perú no tienen tiempo para nada, menos para
quejarse.
Esta multitud de héroes anónimos que trabajan
de sol a sol constituyen la base vertebral de nuestro país pero no cuentan. Tampoco
cuenta esa gran mayoría indígena
minorizada a través de los siglos. No sigo por este camino que me da tantas
ganas de tomar porque ahora es justo y necesario, es nuestro deber y salvación,
señalar con pelos y señales a esos que llamo unos y otros. Más difícil será
identificar a la masa que va al cadalso sin berrear a pesar del esfuerzo que
hacemos cuatro gatos para despertarla de su letargo.
Vamos hacia una violencia que puede ser peor a
la que sufrimos las dos últimas décadas del siglo pasado. ¿Quiénes son responsables
de que esos horrores puedan repetirse? Por un lado son los mismos de siempre: aquellos
que mantienen sus privilegios con el apoyo de políticos incapaces, corruptos o
desprestigiados, medios de comunicación descaradamente cómplices, jueces venales,
gobernantes ineptos y miopes que se dejan corromper con unas cuantas migajas
para bailar al son del becerro de oro. Esa clase privilegiada siempre ha
existido, solo que ahora se siente más fuerte, más prepotente, más cínica. Por
otro lado hay movimientos deseosos de usar la violencia y el crimen como única
estrategia para llegar a gobernar y poder cambiar las cosas.
Los unos no se amilanan en utilizar el
terrorismo de Estado para controlar el menor brote de protesta y rebeldía del
pueblo. Los otros, Sendero Luminoso o como diablos se quiera llamar ahora, están
dispuestos a utilizar el terrorismo para conseguir apoyo a la fuerza. Claro, ambos
niegan el término terrorista. El Estado niega que sus elementos aterrorizaran a
las poblaciones por donde fueron. Lo que hicieron, según ellos, fue
“restablecer el orden constitucional” y “luchar por la patria”. Los senderistas
también niegan que sus elementos aterrorizaran a la población, eso era ”una
técnica de guerra”, una estrategia para derrotar al enemigo.
El caso es que tanto el Estado como Sendero dicen
ser inocentes. Entonces, ¿quién carajo asesinó a decenas de miles de personas y
a otras tantas torturaron, violaron o forzaron a huir de sus hogares? ¿Nadie? ¿El Espíritu Santo? Disculpen el “carajo” pero hay cosas que no se
pueden aguantar. ¿Qué palabra debo
utilizar?, ¿recórcholis?, ¿cáspita? ¡Pues no me sale!