Si Dios existiera nos ha dado una muestra de su crueldad bíblica, o de su perversa ironía. Precisamente en estos días en que la suciedad más execrable del país domina la atención pública, ha fallecido un buen hombre, uno de esos que nacen muy de vez en cuando. Si el país tuviera un poco de conciencia cívica se hubiera paralizado, entrado en duelo por varios días y su entierro hubiera sido multitudinario.
Carlos Iván deja huérfanos a millones de peruanos marginados por su condición económica y su raza. Este buen ayacuchano, director de Instituto de Estudios Peruanos, deja sin apoyo a todos los que han venido reclamando que no pisoteen sus derechos humanos. El faro que guiaba a muchos intelectuales comprometidos con la gente del país se ha apagado.
No hay palabras que puedan describir el vacío que deja en el Perú.
Lloremos por un peruano valiente, capaz y solidario con los necesitados.
Lloremos a Carlos Iván, un intelectual universal y ejemplar.
Herbert Morote
PD. Como homenaje póstumo los invito a ver el documental ESTADO DE MIEDO en la que participa Carlos Iván Degregori.
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